El medio ambiente se ha visto profundamente lacerado por las actividades industriales y los contaminantes.
El entramado natural ya nunca volverá a ser el mismo, debemos darle las gracias a nuestro modelo de crecimiento “desarrollado” con el que deforestamos, pescamos, consumimos o desechamos.
La actividad humana ha provocado innumerables extinciones, todo modelo que perpetúe esta explotación desmedida de recursos resulta incongruente. Nuestra especie es la única que puede responsabilizarse y actuar para revertir la destrucción cometida. Cualquier enfoque contrario a la protección y conservación de la naturaleza debería parecernos absurdo, no como sociedad sino como especie.
Luchar contra el tráfico ilegal de especies, la investigación de nuevos patógenos o la renaturalización del territorio son iniciativas cada vez más necesarias. Exigir pasos de fauna en nuestras carreteras, revisar efectos trampa o limpiar de basura los entornos naturales más cercanos son acciones que podemos llevar a cabo individualmente, de manera generalizada.
La organización a nivel político y gubernamental únicamente depende de la población sensible y concienciada. La convivencia sana y sostenible con la naturaleza salvaje es un tema recurrente del que ya no podemos apartar la mirada.
Nuestras decisiones pueden marcar la diferencia si nos apoyamos mutuamente y cambiamos para mejorar cada día.